El martes 5 de noviembre se realizó por la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la Universidad Central de Chile el lanzamiento del libro
“Constitucionalización indígena: Variaciones Jurídicas y Metajurídicas”, del
abogado y candidato a Magíster, Manuel José Navarrete Jara.
Expusieron sus comentarios los académicos Sergio Fuenzalida, Rodrigo Pica,
Carmen Luz Parra y el historiador Fernando Pairican.
En la oportunidad, el profesor Fuenzalida adujo que el autor, apoyado en el
proceso de Constituyencia identificado por el jurista español Bartolomé
Clavero, pretende concebir ciertos presupuestos que concurran en una
constitucionalización: una tesis conciliadora de las legítimas aspiraciones
indígenas con el sistema democrático fundado en la filosofía liberal y que el
Profesor Navarrete denomina pragmática.
Al efecto, hizo una referencia al período histórico abordado en la obra en
cuestión y a los principios constitucionalizables que se postulan para un
acuerdo que refundaría las relaciones entre el Estado chileno y los pueblos
indígenas.
Enseguida, se leyó la intervención del Profesor Pica (quien, por
motivos de salud, excusó su asistencia), arguyendo en ella que el presente, se
trata de un texto que se confiesa desprovisto de afanes apostólicos,
que reconoce tener un prisma liberal y laico, y que busca, como se reconoce en
su introducción, constatar la ausencia de tesis realmente jurídicas en materia
de derechos de los pueblos indígenas, para llegar a una visión
neocontractualista que desemboque en un diálogo intercultural.
Un prisma valiente y sincero, que se satisface a sí mismo, partiendo de la
base que a muchos no les va a gustar.
Agregó luego que en el prólogo, el profesor Emilio Pfeffer constata con
preocupación que el lenguaje en esta área del derecho no es preciso y ese es
uno de los mayores obstáculos para lograr cualquier consenso que se traduzca en
reconocimiento constitucional, ejemplificándolo con el derrotero que tuvo este
tema en la reforma de 2005, por los temores hacia el concepto de pueblo.
Quedo ávido, concluyó el Profesor Pica, por una eventual segunda parte,
pues el apetito de lectura compulsiva que el texto me despierta es insaciable,
y me imagino la misma pluma de Manuel José Navarrete abordando la relación de
la Unidad Popular con el mundo indígena en plena reforma agraria, para llegar a
la legislación dictada en la época y las consecuencias en el mundo indígena de
la verdadera “contra revolución” política que vivió el país a partir de
septiembre de 1973 y que se tradujo nuevamente en problemas para el mundo de
los pueblos originarios.
Por su parte, la Profesora Carmen Luz Parra destacó el esfuerzo del autor
por concebir esta obra, y, al mismo tiempo, hizo un fuerte hincapié en la
contribución que efectúa en especial a las políticas públicas que, en no pocas
ocasiones, desconocen sin más la cosmovisión de los pueblos indígenas.
Por lo mismo, citó con pertinencia la carta escrita por el jefe sioux
Seathl a Franklin Pierce, Presidente de los Estados Unidos (1853-1857),
quien realizó una oferta para comprar unos terrenos pertenecientes al pueblo
sioux a cambio de entregarles una reserva.
En ella, narró la Dra. Parra, el jefe sioux se pregunta: “¿Cómo se puede
comprar o vender el cielo y el calor de la Tierra? Esta idea es extraña para
nosotros. Si hasta ahora no somos dueños de la frescura del aire o del
resplandor del agua ¿cómo nos lo pueden ustedes comprar? Nosotros decidiremos
en nuestro tiempo. Cada parte de esta tierra es sagrada para mi gente. Cada espina
de pino brillante, cada orilla arenosa, cada rincón del oscuro bosque, cada
claro y zumbador insecto es sagrado en la memoria y experiencia de mi gente. La
savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de
los pieles rojas”.
“Cuando el último piel roja de la tierra y su memoria sea solamente la
sombra de una nube cruzando la pradera, estas costas y estas praderas aún
contendrán los espíritus de mi gentes, porque ellos aman esta tierra como el
recién nacido ama el latido del corazón de su madre. Si nosotros vendemos a
ustedes nuestra tierra, ámenla como nosotros la hemos amado. Cuídenla como
nosotros la hemos cuidado. Retengan en sus mentes la memoria de la tierra tal y
como estaba cuando se la entregamos. Y con todas sus fuerzas, con todas sus
ganas, consérvenla para sus hijos y ámenla, así como Dios nos ama a todos. Una
cosa nosotros sabemos: nuestro Dios es el mismo Dios de ustedes, esta tierra es
preciosa para Él. Y el hombre blanco no puede quedar excluido de un destino común”,
concluyó así la Profesora Parra.
Acto seguido, el historiador Fernando Pairican expresó que los derechos
políticos de los pueblos indígenas enmarcado en la autodeterminación, dejaron
de ser parte de una “moda” o propuesta aislada. Su expansión, maduración y
decisión de parte de los pueblos indígenas de conquistar este derecho, ha
expandido por el continente la demanda, convirtiéndose a estas alturas, en un
paradigma desde las organizaciones indígenas.
Por lo mismo, prosiguió el Profesor Pairican, efectivamente “reconocer”,
implica un proceso de revisión de la sociedad hegemónica; o como dice el autor,
un “Contrato” para poner los cimientos de los nuevos tiempos. No puede ser de
otra forma, estamos ante el segundo ciclo del movimiento Mapuche contemporáneo,
entrelazado con la reemergencia indígena continental.
Mañil Wenü, en 1837, envió una carta “desde territorio indígena” –como las
firmaba–, al presidente de Chile, Manuel Montt, luego de leer los primeros
tomos de historia de de Chile de Encina; éste Ñidol Longko hizo un llamado de
atención ante la historia expansionista que se veía en el positivista
historiador, diciendo: “Abraza una parte considerable de nuestro territorio que
actualmente habitamos, y por consiguiente nos quiere sujetar a su autoridad echando
por tierra los tratados”, en alusión a los Parlamento firmados entre Mapuche e
Hispanos, pero ratificado por mismo Ramón Freire en 1825, en Tapihue.
Suscribo totalmente la aspiración de Manuel José Navarrete, explicó
Fernando Pairican, crear una “tesis conciliadora de las legítimas aspiraciones
indígenas, en especial del pueblo mapuche, con el sistema democrático fundado
en la filosofía liberal”. Como es posible verificarlo, una parte importante de
los países latinoamericanos han avanzado en el reconocimiento plurinacional y
multiétnico dentro de sus naciones. El pueblo Mapuche, o sus expresiones más
visibles impulsadas por el movimiento, no piden volver a los tiempos antes de
la Ocupación, pero sí, debe reconocerse que fue la construcción de Chile, su
expansión y maduración, bajo la filosofía liberal, la que arrebató la libertad
de nuestros bisabuelos. No obstante, como bien dice Manuel, para crear una propuesta
de envergadura para forjar un nuevo “Contrato”, debe ser en base a reconocer la
especificidad indígena dentro de la comunidad mayor.
Concluye en esencia el Profesor Pairican sosteniendo que concuerda con el
autor que la constitucionalización de las aspiraciones indígenas actuales, han
sido reacciones cortoplacistas del Estado en su conjunto. Es urgente, al
parecer, crear nuevas tesis jurídicas que vayan “más allá del fenómeno indígena
en sí” como dice el libro que hoy presento. Dejar atrás esa construcción
portaliana y autoritaria de crear un “Contrato” “unilateral”.
Culminó la presentación con palabras de agradecimientos del autor,
destacando a todas las personas que con su apoyo las considera parte de este
trabajo y a cada uno de los expositores que contribuyeron al análisis del libro
en cuestión.
Fuente: Diario Constitucional de Chile.